sábado, 7 de diciembre de 2013

CERTEZA EN LOS HUESOS


En un lugar ventoso de cuyo nombre nunca tuvo noticias, y mientras exponía su corazón sobre el mostrador de la casquería, tuvo un presentimiento, una especie de certeza en los huesos, que le decía a las claras lo que ya sabía por otros medios: diez años de indulgencias plenarias no serían suficientes para sacarle del atolladero en el que se había metido. Y es que, mientras duerme el teclado, la voz tintineante y virginal del ratón le susurra al oído cosas que jamás debieran haber sido dichas y de las que, en todo caso, nunca debiera haberse dejado llevar.

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