Una tras otra las miguitas fueron abandonando el patriarcal mendrugo de
aquello que antaño fue su pan. Los dueños de la masa, o aquellos otros capaces
de acorralar el tiempo triturando hasta el último grano de arena, nunca
encontraron una explicación convincente a tamaño éxodo. Él, sin embargo, albergaba
pocas dudas, y quien las tenga, se dijo para sus adentros, que pregunte a la
voz del mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario