martes, 3 de diciembre de 2013

EL PRIMER BESO


Lo grotesco de la mueca resultante describía bien a las claras todo lo que de insustancial había en aquel acto. Pero más allá de un juicio puramente estético, lo cierto es que el primer beso, soso y falto de aroma y humedad, no le supo a nada. El segundo fue peor. En el tercero su curiosidad fue en aumento y, a pesar de su miopía congénita y de que el aburrimiento le agobiaba sobre manera, cerró los ojos y se propuso sólo sentir. Y no sintió nada. Y se fue.

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