El
instante exacto en que la vio llegar quedó reflejado en sus ojos de forma
indeleble. A partir de entonces sus lagrimales supuraban una miel dulce y
moldeable, irregular mezcla de deseo, selvas ensortijadas y sal desmoronada,
que le convirtió para siempre en un pájaro ciego. Todas las noches viajaba a
través de la imaginaria geografía de su cuerpo, y todas las noches perecía en su redil.
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