El
brusco descenso de su barómetro interior anunciaba a las claras la llegada de
un tifón. La inclemencia en cuestión llegó en forma de brutal discusión con el
marido. Los insultos y las amenazas iban y venían del saloncito de estar a la
cocina, vagando por unos pasillos que, con el devenir de la trifulca, se
oscurecían más u más adquiriendo por momentos tintes dantescos. Finalmente, la
inmensa irrealidad de sus propios carnes se hizo presente, y de las palabras
pasaron a unos hechos de los que se avergonzarían el resto de sus días.
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