lunes, 9 de diciembre de 2013

SE LE DIO PARA QUE DIERA


La ligereza en el trajín de las horas, la evidencia de un cuerpo incansable, la constatación empírica de unos besos insaciables por definición,…todo le empujaba a creer en una visión práctica del existir muy cercana a lo que se conoce como eternidad. Y eso está bien. Cada cual lidia con sus eternidades como buenamente puede. Lo más delicado fue no comprender que se le dio para que diera. Y eso le hizo daño. 

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