Aun
encontrándose como se encontraba, espantosamente débil, se reía de su sombra y
de la podredumbre orgánica que le había tocado vivir con un chapoteo carcajadas
viscosas que resultaba ciertamente llamativo. Sin embargo, la pena que
provocaba en quien tenía ocasión de contemplarle no hacía más que profundizar
en su patológica y peculiar hilaridad. Y todo lo hacía por consideración a sí
mismo. Con la comida ocurría igual. Comía en demasía aunque no tuviera hambre,
y todo lo hacía por consideración a sí mismo. Creo que no tenía remedio.
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