lunes, 16 de diciembre de 2013

OTRA


Poseía una perfección clara y necesaria, muy cercana a la del pan, pero no por eso se dejaba llevar por el sol y el viento, como lo hacen los pájaros, o por la tierra y el humus, como lo hace la comadreja. Sus impulsos eran muy otros y, quizás por eso, inextricablemente, los fines se semana se convertía en otra -a veces incluso llegó a ser “la otra”-, una mujer bien distinta a la que todos conocían.

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