Salpicada
de granizo y ventisca, la densa lluvia de recuerdos que caía sobre sus hombros
logró fijarle en las coordenadas básicas de localización que señalaba su móvil,
anegándole de paso los cimientos del alma. Tal era por aquellos lares el poder
de las evocaciones. Inmovilizado sobre el asfalto, con el aguacero sobre sus
ojos, apenas si resultaba visible el vacío que le rodeaba y lo imaginó
azulinmenso. Y así lo llamó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario