miércoles, 24 de septiembre de 2014

AZULINMENSO


Salpicada de granizo y ventisca, la densa lluvia de recuerdos que caía sobre sus hombros logró fijarle en las coordenadas básicas de localización que señalaba su móvil, anegándole de paso los cimientos del alma. Tal era por aquellos lares el poder de las evocaciones. Inmovilizado sobre el asfalto, con el aguacero sobre sus ojos, apenas si resultaba visible el vacío que le rodeaba y lo imaginó azulinmenso. Y así lo llamó.

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