Quien sabe de esto, que dijo saberlo de buena tinta, informó a la
concurrencia que había muertos que yacían boca arriba, otros en una postura
extraña a la que llamó decúbito dorsal, dijo no recordar ninguno que tuviera
muecas de dolor ni de gloria, y dijo también que muchos tenían aspecto de haber
sudado durante toda la noche. Un parroquiano le invitó a otro tinto, ya iban
tres, otro pidió media ración de queso viejo, y fue así como charla con el
sepulturero se prolongó hasta bien entrada la tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario