martes, 16 de septiembre de 2014

PARADÓJICAMENTE HERMOSOS


Paradójicamente hermosos, el exceso de azúcar aportaba a sus ojos un brillo extraño, como de azul cinabrio, una especie de resplandor contenido que obligaba a sus interlocutores a detenerse y observar el fenómeno con cierto detenimiento. Después de fijar la mirada durante un par de segundo en unos ojos ajenos, el recurso al disimulo se hacía inevitable pero, con todo y eso, la curiosidad adoptaba el comportamiento de un gas noble y era capaz de sortear con éxito los filtros de la compostura y el buen gusto, todo con tal de no perder de ojo aquello que le atrae. Sus víctimas, cuando lograban escapar de su área de influencia, notaban durante mucho tiempo el corazón adormecido y el cuerpo frío.

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