domingo, 14 de septiembre de 2014

EL PRIMER ACTO PURO DE LA LENGUA


A sabiendas de que la creación se producía desde tiempos inmemoriales como un acto del habla, repetía el sonido de su nombre sin pausa y con un extraño fervor frío. El azar, cada día más meticuloso en sus labores, no podía por menos que devolverle en agradecimiento una evidencia: el eco vacío de su ausencia. También quedaba en él, como no, una versión refinada y pervertida del recuerdo, que en su caso se concretaba en la evocación de un beso húmedo de buenos días, sin duda, el primer acto puro de la lengua.

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