viernes, 26 de septiembre de 2014

TRIBUTO A LA NADA


No hacía más que darle vueltas a todo pero las palabras salían del cerebro confusas y terminaban arremolinadas en su boca como un torrente de agua sucia. Intentaba expulsarlas de allí con ligeros impulsos de su garganta, pero no había forma: agolpadas unas encima de otras, maltrechas, se agotaban a sí mismas en el estrecho paso que separa el ser del no ser. Quizás tumbado fuera más fácil. Se acostó, apagó la luz y, justo antes de cerrar los ojos, pensó cuánto le gustaría que le besaran en ese momento. Pero tampoco dijo nada. Como tributo a la nada, las palabras permanecieron en su boca a modo de resignado consuelo melancólico.

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