Un
zumbido grave lleno de presentimientos, algo parecido a un mi sostenido largo y
subterráneo, despertó a esa criatura vieja y malcriada que habitaba en las
profundidades de sus ojos y que deambulaba entre las neuronas como un
transeúnte más, sin que pareciera dirigirse a sitio alguno. A veces se daba un
garbeo por algunas de sus tripas pero, fuere lo que fuere aquello que chirriaba
en su interior, no parecía capaz de transformar una larga vida repleta de
arcadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario