Aprender en quien
confiar es una cuestión básica de supervivencia. En cada especie, los
individuos que dotes de buenos fisonomistas sobreviven más y mejor que los que
no lo son. Evidentemente él no lo era. Como tampoco era delgado: era enjuto. Y
no es que tuviera mala leche: el rictus de amargura que asomaba en su rostro se
debía a que rara vez se conformaba con lo inevitable, y aquella tarde no fue la
excepción.
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