Su pensamiento resultaba fragmentario y
eso, a veces, le preocupaba. Otras veces no. La discusión de aquella tarde bien
podía haber terminado en zaragata, pero afortunadamente las cosas no llegaron a
mayores. Eso sólo le preocupó mientras duró, pero ya no le preocupaba. Tras
muchos años de estricta educación, se había acostumbrado a no ver lo que no
debía, y aquello, definitivamente, no era de ver. Por otro lado, tenía cierta
sensación como de ensoñación permanente que lo enmarañaba todo, pero eso tampoco
le preocupaba. El desagüe de la cocina no daba más de si, y eso sí le
preocupaba.
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