La
razón agonizaba sin que lograra desprender de sus pupilas la sombra del miedo.
Tras ella se escondía el sol, lo sabía, y las ganas intactas, y los vacíos
repletos de sonrisas y de luz, y el cementerio de sueños desaparecidos en el
fulgor de la última batalla,…La razón agonizaba mientras él, con estricta
disciplina parasimpática, se limitaba a respirar su ausencia, metabolizando el
sinsentido.
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