miércoles, 8 de octubre de 2014

LAS NOCHES DEL SEÑOR


Cerró el libro y a renglón seguido cerró sus párpados, dispuesto a sumergir el inconsciente en un mar de sueños insondables o de vigilias infundadas, que de todo hay en las noches del señor. Y habló con él, y al viejo anhelo de despertar con vida cada mañana, le sumó el ruego de que el escozor de las lágrimas que estuvieran por venir resultase llevadero, y un último encargo: que con todo lo que tienen de consuelo melancólico y cálido reposo, las palabras permanecieran en el sitio donde las dejó.

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