La humedad, en contra de lo que se piensa, no puede ser
comprendida en su totalidad. Precisamente por eso no tuvo más remedio que
arriesgar, abandonar su estrategia de hermetismo, y abrir alguna puerta a lo
inesperado. Lo que en realidad abrió fue una boca. Y tuvo suerte. Allí estaba
la lengua, una lengua hermosa que habitaba el centro mismo de la humedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario