Presupongamos. Partamos por tanto de un lugar, de una posición
cualquiera, que en realidad es una suposición. Pues bien, en ese lugar, sea
cual sea ese lugar presupuesto y por muy insignificante que sea la constelación
de signos utilizados, es muy probable que la dermis de la palabra esté haciendo
de las suyas. También es previsible que, en ese contexto, el exceso de cháchara
y el guirigay aconsejen dejar cerrado lo cerrado.
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